Los nervios periféricos culminan en la placa neuromuscular y los excesos provenientes del cerebro principalmente el lóbulo limbico (área emocional del cerebro) son descargados en la actividad del tono neuromuscular aumentando en su estado, cambiando la normotonia o eutonia en hipertonia extrema, esta una vez relajada por cese de la descarga deja huella en el tono mecánico del músculo. La suma de huellas a través del tiempo alteran la postura del cuerpo.
Existen lugares muy marcados para acumulación de las descargas y consecuentes huellas tónicas, verdaderas contracturas parásitas del músculo afectado ya que consumen energía en forma de ATP (desdoblamiento de la glucosa).
Los foco más frecuentes son los músculos sub occipitales, los espinales, angulares del omóplato y escalenos cómo también los músculos ECOM de cada lado, y por vía de los pares craneales, aparte del neumogastrico o nervio vago, los pares de nervios oftalmológico que regulan los movimientos oculares.
Esta actividad distorsionada del funcionamiento muscular tiende a cronificarse.
En la ansiedad dejan una verdadera cartografía en el cuerpo que debe ser explorada clínicamente por precisas maniobras exploratorias de las manos profesionales.
El cuerpo humano tiene una verdadera vía de transmisión de la hipertonia exesiva y sus consecuencias son, dolor, transtonos digestivos, vértigos, alteración visual y gran cansancio. Todo esto que la neurofisilogia demostró hace décadas desde Sherrington hace dos siglos, hasta las moderna neurociencia de Damacio en el siglo XXI, explica muchos síntomas y disfunciones tan frecuentes que es difícil de entender la falta en la clínica diagnóstica habitual y el cuestionamiento de la psicosomatica.
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