“Cuando las familias son fuertes y estables, también lo son los niños que muestran mayores niveles de bienestar y resultados más positivos”.
Iain Duncan Smith
El hogar es un ambiente propicio para que, tras varios años de convivencia y conocimiento entre sus miembros, se desarrollen valores de amor y unión familiar pero también de respeto al espacio de cada uno, todo ello mediante la adopción de actitudes de armonía, cooperación, tolerancia y honestidad.
Por otro lado, cuando se presentan conflictos en la familia éstos pueden influir en el comportamiento y el desarrollo personal de cada uno de los miembros. En niños y adolescentes, los problemas en el hogar impactan en diferente grado su desempeño escolar y sus relaciones personales.
Ten siempre presente que la forma en la que tu hijo convive en el seno familiar es fundamental para determinar el tipo de relaciones en las que se involucra, así como las decisiones que toma en otros ambientes sociales.
Con el fin de promover relaciones familiares sanas, aquí te compartimos cinco consejos y normas de oro para la convivencia en el hogar:
1. Favorecer la comunicación
Hablar con honestidad y sinceridad evita que las emociones se antepongan a la razón. Seguramente has tenido alguna discusión acalorada con tu hijo en la que él o tú han cedido al enojo, sin antes detenerse a conocer qué es lo que exactamente sucedió y las razones de ese estado de ánimo.
Para evitar estas situaciones es bueno trabajar en una buena comunicación basada en el diálogo, charlas cotidianas y reuniones familiares.
2. Respetar el tiempo del otro
Planificar y organizar en horarios y roles las actividades y responsabilidades en el hogar, es un consejo básico para mejorar la convivencia.
Además, con el paso del tiempo los miembros van desarrollando actividades independientes a las del resto, por lo que es importante tomar en cuenta los compromisos de cada integrante para planear.
3. Tolerar los gustos diferentes
Para conseguir una buena convivencia familiar, es imprescindible que padres e hijos respeten la individualidad de cada uno. Por ejemplo, cada quien tiene derecho a expresar sus gustos dentro de su propio dormitorio, así como en la forma de vestir y arreglo persona.
4. Mantener el orden
El respeto por los espacios compartidos es fundamental en una convivencia sana. Generalmente, los conflictos surgen por compartir estos espacios en forma desordenada. Por el contrario, el orden permite a los integrantes sentirse respetados e igualmente los hace ser respetuosos con los espacios y pertenencias del resto de la familia.
Pero el orden debe estar presente no sólo en las cosas, la ropa o la habitación, sino en la vida, las acciones y las actividades. La estructura familiar se reconocerá desde un principio y tu hijo adquirirá fortaleza y seguridad mental. También tendrá confianza en sí mismo, podrá solucionar sus tareas y labores con mayor facilidad, y su atención y concentración serán mayores.
5. Pasar tiempo en familia
No basta con tolerar y respetar al otro: para conseguir una buena convivencia familiar, los miembros de tu familia se deben conocer. Esto implica compartir tiempo de ocio y participar en actividades que propicien la alegría y el disfrute colectivo.
También puedes organizar noches familiares una vez a la semana para jugar con videojuegos o juegos de mesa, platicar o resolver algún tema importante entre todos, o sólo cenar. Lo importante es destinar un espacio a la convivencia familiar que sea un compromiso tan importante como asistir a la escuela o al trabajo.
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